Por: María del Rosario Guerra – Senadora de la República

Son muchos los desafíos que tiene por delante el recién posesionado ministro de Agricultura, Rodolfo Zea Navarro. El país tiene una deuda histórica con este sector, que, aunque ha sido fundamental en su historia económica, desde hace algunos años se encuentra notoriamente rezagado; prueba de ello es que el país solo usa 7,5 millones de has de una frontera agrícola de 40 millones de has, y que aun cuando la economía tuvo un crecimiento del 3,3% en 2019, el sector agropecuario solo alcanzó un 2%.

 

En el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 se contemplan $227 billones para el campo y quedaron establecidos los lineamientos para el impulso del sector, entre los que se encuentran: el fortalecimiento de las cadenas de valor, mayor promoción y admisión de productos colombianos en otros mercados, mejorar los ingresos de los trabajadores rurales y la institucionalidad sectorial. Sin embargo, en esta columna quisiera hacer énfasis en algunos de los retos que afronta esta cartera.

 

El primer reto es dar soluciones específicas a los problemas relacionados con la formalización laboral y predial. Aunque en el campo colombiano se encuentran cerca del 16% de los ocupados, el 80% de estos trabajadores son informales. Esta cifra obedece a que el trabajador rural, en su mayoría, labora por horas o por días, depende de los ciclos de la cosecha, y, porque no decirlo, del Sisbén; todo esto dificulta su integración al régimen laboral actual. Es urgente pensar en una estrategia diferencial para su adecuada formalización, e incluso en un salario rural integral.

 

En la misma línea, es necesario llevar a cabo la actualización catastral en los predios rurales; actualmente en el 63% de estos predios el catastro está desactualizado, esta herramienta no solo facilita la localización de los predios, su situación legal y su vocación productiva, también permite la toma de decisiones orientada a mejorar la calidad de vida de sus habitantes y mejora las finanzas públicas territoriales. Además, cerca del 60% de los predios rurales no tienen títulos, imposibilitando a sus ocupantes acceder a servicios crediticios, de asistencia técnica o a incentivos para proyectos productivos en esos predios.

 

El segundo reto para el despegue del sector agropecuario es mejorar la provisión de bienes públicos; hoy cerca del 75% de la red vial terciaria se encuentra deteriorada, más del 40% de los productores agropecuarios no han podido acceder a créditos en los últimos tres años, y solo cerca de 50 distritos de riego, de un total de 716, se encuentran en perfecto funcionamiento. A ello se suma la importancia de tener acceso a la Internet para disponer no sólo de agricultura de precisión sino de información sobre precios y mercados en tiempo real. Así que lo que permite mejorar la productividad y la competitividad no está funcionando bien para el campo.

 

El tercer reto del sector es la promoción de las exportaciones; a pesar de que en el año 2019 se rompió el récord en exportaciones agrícolas, el último reporte entregado por el DANE reveló que los productos agrícolas ocuparon el 18,6% del total de exportaciones, lo que deja al sector en el último lugar de esta actividad. El país requiere consolidar una nueva estrategia de comercio exterior integrada a la tendencia mundial, que permita promover la competitividad e inmersión de más productos en los mercados mundiales, hoy cerca del 86% de las exportaciones agrícolas del país se concentran en 9 productos.

 

El cuarto reto del sector es la tecnificación, la inversión en ciencia y tecnología para mejorar procesos productivos, y la solución a problemas logísticos y de intermediación. De acuerdo con el Censo Nacional Agropecuario, solo el 17% de los productores afirmaron haber tenido asistencia técnica, además menos del 1% del PIB agrícola se invierte en CTi, y todavía persisten serios problemas con los intermediadores y comercializadores de productos.

 

Colombia como país tropical requiere más conocimiento en los productos estratégicos del agro. Gracias a los Cenis – Cenicafé, Cenipalma, Cenicaña, Cenibanano, Ceniacua, Ceniflores, Conif y otros-, nuestro país ha podido defender la producción y comercialización de esos productos. Ese esfuerzo de I+D lo ha hecho principalmente el sector privado. Muy bueno sería mayor case público y que Agrosavia tenga más impacto en la investigación y transferencia de tecnología en cultivos huérfanos que el país quiere impulsar.

 

Además de promover la asistencia técnica y buscar apoyo de la academia para generar procesos productivos innovadores, se requiere ampliar la participación en el programa ‘Coseche y venda a la fija’ para disminuir los costos de intermediación; actualmente hay 45.280 productores vinculados, y la meta a 2022 es lograr la vinculación de 300.000.

 

Y finalmente, el gran reto es no sólo mantener el talento humano joven en el campo sino capacitarlo y darle condiciones de vida digna, para que continúen sus proyectos productivos. El campo tiene hoy una edad promedio mayor a la de la ciudad, siendo más viejos aún en zonas como la cafetera. Si no logramos más jóvenes vinculados al agro tenemos que aumentar mucho más la inversión en tecnificación, porque la realidad es que escasea la mano de obra en muchas zonas rurales. Y ha sido gracias a la migración venezolana que en algunas zonas se ha podido recoger las cosechas y disponer de trabajadores.

 

Aunque los desafíos son muchos, no puedo dejar de mencionar los logros que ha tenido el Gobierno del presidente Iván Duque en el sector, entre ellos: los planes de titulación de tierras que han permitido la formalización y adjudicación de 380.000 hectáreas (incluyendo campesinos y grupos étnicos); la búsqueda de financiación y puesta en marcha del catastro multipropósito; la colocación de $19,9 billones en crédito agropecuario el año pasado; mejoras en la política sanitaria y recuperación del status como país libre de aftosa; admisibilidad de 11 nuevos productos en mercados como Japón y China; la cofinanciación de 1.367 proyectos de emprendimiento rurales, entre otros.

 

Para lograr dinamismo y crecimiento en el agro colombiano el ministro Zea tendrá que trabajar con los gremios en la búsqueda de soluciones innovadoras para la tecnificación del campo, promover esquemas asociativos y alianzas entre pequeños, medianos y grandes productores, incentivar la cultura de la legalidad, el espíritu empresarial y las alianzas productivas.

 

La esperanza de Colombia en inserción internacional, reducción de la pobreza, seguridad, sostenibilidad ambiental, desarrollo regional pasa por la rentabilidad y sostenibilidad del campo.