Por: Nicolás Pérez
Senador de la República
Por fin, después de tanto esperarlo, el País conoce la fecha en que iniciará la vacunación masiva. Tras un esfuerzo presupuestal de $2 billones, extensas negociaciones con las farmacéuticas y la preparación logística, todo está listo para que el 20 de febrero comience el fin de esta pesadilla que se ha llevado la vida de más de 50 mil colombianos.
Por supuesto que todos habríamos deseado que la vacunación hubiera iniciado antes. ¿Quién se opone a eso? Absolutamente nadie. No obstante, debemos ser conscientes de nuestra posición a nivel mundial y entender que las grandes potencias acapararon los primeros lotes de la vacuna desde diciembre, inclusive adquiriendo más dosis de las que necesitaban.
En efecto, entre más músculo económico tienen los países, mejor es su capacidad de negociación. En especial, cuando, por un lado, los contratos no se suscriben entre Estados ni con organizaciones internacionales, sino con farmacéuticas privadas y, por otro lado, estas naciones financiaron el proceso de desarrollo de la vacuna, con lo cual es apenas lógico que reciban primero las dosis.
En otras palabras, a nosotros, al igual que la mayoría de países en vía de desarrollo, nos toca esperar en la fila para cerrar los acuerdos con las multinacionales y, al mismo tiempo, apalancarnos en la estrategia Covax, la cual fue lanzada por la OMS para garantizar una distribución equitativa de las vacunas, de forma tal que todas las naciones, especialmente las más vulnerables, tengan acceso al antídoto. Al respecto, cabe señalar que este mecanismo confirmó a Colombia como uno de los primeros 18 Estados en recibir las dosis que facilita.
El caso, es que más allá de estas particularidades, el País ya cuenta con un sólido plan de vacunación que fungirá como hoja de ruta para superar la crisis. En concreto, este contempla cinco etapas. En la primera, se inmunizarán a 1.6 millones de personas, dentro de los cuales está el personal de salud de primera línea y los mayores de 80 años, quienes concentran el 28.5% de los fallecidos.
En la segunda, se vacunarán a 7.1 millones de colombianos que corresponden a los trabajadores de salud de segunda y tercera línea y a las personas entre 60 y 79 años, que representan el 49.7% de los decesos.
En este contexto, de acuerdo al cronograma entregado por el Ministro de Salud entre febrero y marzo se cubrirá la primera etapa y para inicios de mayo ya debe estar finalizada la segunda, lo que significa que antes de finalizar el primer semestre estará vacunada la población que ha sufrido el 78.2% de los 53.284 fallecidos por Covid-19.
Esta situación no solamente es un alivio a nivel de salud pública, sino también económico. En efecto, el pico y cédula, los toques de queda y las cuarentenas impuestas en las grandes ciudades del País están matando la reactivación y no se pueden sostener más.
No en vano, por ejemplo, un considerable grupo de comerciantes en Bogotá se han declarado en desobediencia civil e inobservarán las restricciones del Distrito. No como un acto de irresponsabilidad, sino ante la necesidad de sobrevivir.
De hecho, aunque el Gobierno Nacional ha hecho un esfuerzo maratónico para entregar ayudas económicas a lo largo de la pandemia, estas son insostenibles por sí solas en el mediano plazo. Por más subsidios que haya, el presupuesto público no es infinito y no logra compensar la cesación de la actividad económica por tanto tiempo.
Por eso, es vital que de manera paralela al inicio de la vacunación se vayan levantando progresivamente las restricciones que se mantienen vigentes, sobre todo las que no han permitido que vuelvan a operar sectores como el de entretenimiento, el cual en condiciones normales aporta $14 billones al País, o el de bares y discotecas, que nada más en Bogotá generó 70 mil empleos directos e indirectos en 2019.
Solamente esta sincronización entre salud pública y economía permitirá que ni el virus ni el hambre se apoderen del País. Las condiciones están dadas y en menos de un mes llegará el día que llevamos esperando por un año. Ahora, tanto Gobierno Nacional como Alcaldes y Gobernadores deben trabajar de la mano para que retornemos de a poco a la normalidad y dejemos atrás esta horrible noche que está por terminar.