La salida de Concepción Baracaldo del ICBF, revela la presión que tiene el gobierno debido a malas decisiones y, cómo éstas se reflejan, tanto en la caída de la favorabilidad del presidente, como en la de sus funcionarios que han sido nombrados en cargos para los cuales no tienen la suficiente preparación o madurez política.
Muestra de ello fue la decisión de cambiar a Baracaldo, cuya experiencia era haber sido vecina de la primera dama. Por el bien de la niñez de Colombia, esperamos que quien la reemplace realice de la mejor manera su gestión.
Otra renuncia que llama bastante la atención es la de la viceministra Flor Esther Salazar, quien dimitió no sin antes advertir que las reformas de este gobierno se están formulando de manera irresponsable.
Espero que el presidente siente cabeza y como en el caso de Baracaldo, haga la misma reflexión con la ministra de Minas y Energía, más aún, cuando las petroleras tienen como plan cambiar a Colombia por Ecuador, con base en los retos de inversión que, como lo informa la Asociación Colombiana de Petróleos ACP, se vieron afectados por la reforma tributaria y para el presente año se traduce en la caída de un 33% por parte de la inversión de los privados en exploración. De este modo, el país necesita una persona capaz de orientar esta industria que a su vez, dejará de recibir para 2023 más de 370 millones de dólares por parte del sector privado.
Mientras unos salen, otros entran, y así lo hicieron los 300 artículos que presentó el presidente Petro en su Plan de Desarrollo, que en su primera parte se parecen más a los anhelos de un emperador que a un plan serio de inversiones públicas que tanto requiere Colombia.
El país, en vez de un cúmulo de utopías que pretenden materializar los sueños de un sector “aliado y soberano de la vida”, necesita un verdadero Plan de Desarrollo que mantenga la estabilidad macroeconómica y, que en medio de la coyuntura de inseguridad desbordada que se vive, recupere la soberanía que entregó a los grupos que hoy se pasean por el territorio nacional, como lo demostró el reciente secuestro de los tres fiscales, quienes aseguran haber pasado por varios retenes sin que las autoridades se percataran.
Como senadora me preocupa que el proyecto radicado incluya amplias facultades extraordinarias para el presidente quien podrá, en pocas palabras, “hacer lo que le de la gana”; entre otras, eliminar entidades del Ejecutivo sin límite alguno. Cabe recordar, que así comenzó Chávez en Venezuela y en Colombia, el Petroceso está en marcha.