Por: Santiago Valencia
Senador de la República
La protesta social está consagrada en nuestra Constitución como un derecho fundamental, lo dice claramente el Artículo 37: “Toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente”.
Yo también he marchado, he sentado mi voz de protesta en innumerables ocasiones, he caminado kilómetros gritando hasta quedar sin voz por mis derechos pero siempre respetando los de los demás.
Nunca me he enfrentado a la fuerza pública, no los he maltratado, no he vandalizado mi ciudad, pero sobre todo, nunca he marchado movido por mentiras o verdades a medias.
He marchado por la paz sin impunidad, por la justicia social, por la equidad, he marchado pidiendo justicia y por la niñez. He marchado por mis derechos y por los de millones de colombianos. Sí, yo también he marchado y siempre ha sido en paz, sin afectar al estudiante que quiere llegar a clase, al emprendedor que con esfuerzo genera empleo, al trabajador que debe cumplir con sus labores y al padre que espera regresar a su casa para estar con sus hijos. Sí, yo también he marchado, pero respetando siempre la propiedad pública y privada.
Así me he hecho escuchar, levantando mi voz como me lo indica la Constitución y el sentido común. Y después de cada marcha, de cada plantón, la ciudad queda en orden y todos seguimos con el rumbo normal de la vida sin dejar de luchar por nuestras convicciones.
Muchos me preguntan ¿Por qué la gente está tan prevenida con el paro nacional programado para este jueves?, la respuesta es fácil, las más recientes manifestaciones que han sido matizadas con mentiras y movidas por odios políticos de algunos que han querido colgarse de la lucha de los demás, no han terminado nada bien. Los actos vandálicos, las jornadas que terminan siempre en violencia, han deslegitimado por completo sus peticiones.
El Gobierno nacional ha reiterado en numerosas oportunidades que no existe en trámite ninguna reforma pensional ni laboral, que el presupuesto de la educación es sagrado y será destinado solo para este fin, que faltan muchas cosas es cierto, pero no puede pasarse por alto que éste Gobierno ha destinado más presupuesto para la educación que ningún otro, que la economía va en alza, que ha cumplido con unos acuerdos en los que siempre tuvo reparos y que se ha esforzado por poner esta casa que es de todos, en orden. ¿Entonces para qué insistir en mentiras?.
Si usted quiere hacer oposición tiene todo el derecho de hacerla, pero hágalo con inteligencia, que sea su voz la que se escuche y no las papas bomba, que sean sus arengas las que hagan ruido y no los vidrios rotos de los negocios o del transporte público que destruyen en el camino, que sean sus pasos los que dejen huella y no los destrozos causados por aquellos a quienes su lucha no le sirve más que para conseguir votos y luego, abandonarlo a su suerte.
Proteste, pero hágalo en paz, con la bandera de la verdad y no de la manipulación, construya y no destruya. La protesta social siempre será respetada, la violencia y la anarquía jamás construirán democracia.