Por: John Harold Suárez Vargas
Senador de la República
Llega el mes de diciembre, un mes esperado por muchos, en el que las festividades que se realizan traen consigo la unión de las familias, amigos, compañeros de trabajo, el regreso de los que están lejos o su más especial recuerdo cuando el retorno no es posible. Incluso para quienes la situación económica no es la mejor, la Navidad trae esperanza en los gestos de generosidad que por estas fechas se manifiestan. El panorama económico también presenta oportunidades en esta temporada del año, pues es tradición la entrega de regalos, consumo de productos tradicionales en casa y para compartir con amigos y vecinos como el famoso plato navideño, con el buñuelo, la natilla, el manjarblanco o dulce de leche, y sus variaciones regionales, y otra tradición particular en Colombia es la de recibir las fiestas con el acostumbrado “estrén”, como se denomina en lugares del país a vestir infaltablemente, y en la medida de las posibilidades, ropa nueva los días 25 y 31 de diciembre.
Todas estas tradiciones, llenas de visitas, fiestas, reuniones, novenas de aguinaldos, hoy se ven en la necesaria labor de replantearse ante el panorama mundial por cuenta de la pandemia por el Covid-19 que golpea a la humanidad, y que en su paso por Colombia ha afectado cerca de 1.300.000 personas con un saldo fatal que se aproxima hoy a las 37.000 muertes, superando con ello nuestras más grandes calamidades, como la tragedia de Armero que hace 35 años dejó cerca de 20.000 víctimas fatales.Tenemos que pensar en vivir una Navidad distinta.
Preocupa el caso omiso que en algunas regiones se está acentuando a las disposiciones del Gobierno Nacional, que viene haciendo un enorme esfuerzo por contener la propagación del virus, por aliviar la situación de población vulnerable y por reactivar la economía del país. Es alarmante ver hoy en día aglomeraciones de personas en áreas comerciales, lugares públicos y otros espacios en situación de relajamiento, olvidando el distanciamiento social necesario para evitar un colapso en el sistema de salud.
Mi llamado hoy, es a que no olvidemos que los principales protagonistas en la lucha contra el coronavirus somos cada uno de nosotros. No podemos generar situaciones de riesgo para, nuestras familias y, en especial, nuestros adultos mayores o familiares con enfermedades de base. La participación de nuestros niños en novenas, salidas de compras, o reuniones sociales es un factor de altísimo riesgo que debemos replantear y ajustar. Las autoridades en salud indican que pueden ser ellos, en su inocente comportamiento que no miden riesgos, un factor de peligro para sus padres y, en especial, abuelos.
Hoy compartir una copa, la despedida de año del trabajo, la reunión antes obligada de los vecinos de cuadra o barrio, el torneo exprés de fútbol, tradiciones que nos llenaban de alegría, tienen que evitarse o ajustarse a los protocolos necesarios para que este inicio de diciembre no nos lleve a tener el peor cierre del año que podamos esperar. Recordemos que las festividades anteriores dejaron serios incrementos en la cantidad de pacientes infectados y fallecidos, y una disminución en la capacidad de atención hospitalaria, en las unidades médicas especializadas UCI, que hoy está en un momento de atención, generando llamados de advertencia, expedición de normas y la declaratoria de alerta en las regiones más afectadas.
Entre todos podemos vivir esta Navidad distinta con responsabilidad. Nuestro comportamiento en los siguientes días es vital para evitar que se frene la reactivación económica, tan necesaria para la vida, y evitar también que este diciembre llegue a convertirse en un mes para olvidar.