Por: Margarita Restrepo
El atentado terrorista del sábado, que cobró la vida de un niño de 12 años y al momento de escribir esta columna una niña de 5 añitos se debate entre la vida y la muerte, debe ser condenado nacional e internacionalmente.
Los delincuentes atacaron un CAI en un barrio de clase trabajadora en el sur de Bogotá, ciudad que está perfectamente sitiada por el crimen organizado y la violencia. Claudia López es una funcionaria que llegó al punto máximo de incompetencia. Los niveles de inseguridad en la capital son cada vez mayores y, ahora, los niños son los que pagan con su vida la incapacidad de la alcaldesa para garantizar el orden público.
Me duele el acto de terrorismo, pero aún más la indolencia de muchísimos sectores políticos que, por razones electorales, han guardado silencio frente a esa acción demencial. ¿Le temen a perder los votos de los delincuentes que desde hace más de un año han desatado una oleada de violencia contra la Fuerza Pública? El señor Gustavo Petro es buena medida el gran responsable de la violencia que estamos padeciendo. El y su ayudante Gustavo Bolívar se encargaron de organizar, equipar, dirigir y comandar a esa bandola criminal conocida como la “primera línea”.
Los niños víctimas del atentado en Ciudad Bolívar no son los primeros que han perdido la vida como consecuencia de la ferocidad irracional de los asesinos de la ‘Primera Línea’ o de los terroristas del ELN, que para mi son la misma cosa: estructuras clandestinas que amedrentan a la ciudadanía a través de acciones violentas.
Recordemos a la bebé recién nacida que perdió la vida en una ambulancia que fue detenida durante los miserables bloqueos que tanto estímulo recibieron del petrismo.
Lo he dicho hasta la saciedad: los niños deben estar blindados frente a cualquier peligro. Sus vidas, su integridad, sus derechos priman sobre los de todos los demás y esos preceptos no pueden seguir siendo letra muerta. ¿Será que estoy pidiendo mucho si en esta campaña presidencial donde hay tantos antagonismos todos los candidatos lleguen a un acuerdo en relación con exigir sin titubeos que los ilegales dejen de atentar contra los niños? ¿Será que estoy siendo ingenua al proponer que todas las campañas suscriban un manifiesto demandando la desvinculación inmediata de la totalidad de menores que han sido reclutados por los grupos armados ilegales? ¿Acaso es imposible lograr que la izquierda, el centro y la derecha se pongan de acuerdo en hacer un pronunciamiento unificado comprometiéndose a que, gane quien gane, el próximo gobierno va a tomar en serio la defensa de la niñez colombiana?
En múltiples pronunciamientos, la ONU ha dicho que un Estado que no cuida a sus niños debe ser catalogado como fallido. Nosotros, como nación, hemos sido muchas veces indolentes frente al dolor de los menores, frente a las tragedias que padecen. Llegó la hora de despertar, de entender que vamos por el camino equivocado, que si bien se han hecho cosas estupendas en materia de niñez, es mucho lo que debe corregirse y, aún más, mucho lo que falta por hacer. Empecemos por lo fundamental: garanticemos que no maten a los niños.