Por: Nicolás Pérez
Senador de la República
Todos sabíamos que la parálisis económica generada por el Covid-19 iba a causar severas repercusiones en las cifras de desempleo. Este, que es quizás el indicador social más importante que tiene el País, sufrió una disparada nunca antes vista. La situación es realmente preocupante y urge adoptar medidas de choque que eviten una catástrofe humanitaria.
Para comenzar, jamás en la historia reciente del País habíamos tenido una tasa de desempleo de 19.8% como la vista en abril. Ni siquiera en el 2002 llegamos a alcanzar esa cifra, a pesar que en ese momento Colombia salía de la crisis financiera causada por el colapso de la UPAC y los grupos armados controlaban dos terceras partes del territorio. En dicha ocasión, ese indicador se situó en el 15.7%, 4.1 puntos menos que en la actualidad.
En palabras concretas, la tasa de 19.8% significa que 5.4 millones de personas perdieron su empleo el mes pasado. Además, si desagregamos ese número observamos que en las 13 principales ciudades y áreas metropolitanas del País el desempleo asciende al 23.5 y mientras que 10.6 millones de colombianos laboraban en las ciudades en abril de 2019, en abril de 2020 esa cifra cayó un 27.9% hasta ubicarse en 7.6 millones.
Asimismo, es alarmante analizar el comportamiento del mercado laboral en las grandes capitales de Colombia. Por ejemplo, Bogotá reporta 612.000 personas desempleadas, Medellín 335.000 y Cali 215.000. Para poner esta realidad en contexto, las 1.1 millones de personas sin empleo en estas urbes son el equivalente a toda la población de Barranquilla.
Por eso, urge que el Gobierno adopte medidas de choque adicionales a las contempladas hasta el momento. De seguir como vamos, el hambre y el desempleo generarán más pérdidas humanas que la misma pandemia.
En primer lugar, no se debe prolongar más la reactivación económica del País. Para el 1 de julio Colombia habrá estado 103 días en confinamiento, un periodo que solamente es superado por los 107 días de Perú. Nuestra economía es sólida, pero no se puede dar el lujo de permanecer cerrada indefinidamente. Ni siquiera las naciones europeas se han aventurado a tanto…
En segundo lugar, de nada sirve que se habilite la vuelta al trabajo de sectores como la manufactura o la confección si no se permite el consumo. Es decir, hoy en día las empresas están produciendo bienes y servicios que casi nadie tiene la posibilidad de adquirir debido a las fuertes restricciones para abrir los locales comerciales.
De hecho, la lógica tendría que ser inversa. Primero facilitar el consumo del stock vigente para después revivir la producción.
En tercer lugar, los mandatarios locales no deberían establecer limitaciones a la movilidad y a la apertura comercial el próximo 19 de julio. En esta fecha se llevará a cabo el primer día sin IVA, el cual se ha convertido en una de las principales esperanzas de reactivación de la economía tras haber perdido fechas claves como el día del niño o el día de la madre. Claro está, cumpliendo con el debido protocolo de bioseguridad.
En cuarto lugar, se ha de poner en marcha una estrategia para que el comercio en las ciudades funcione las 24 horas. Como los centros comerciales no pueden tener una ocupación superior al 35%, esta instrucción es vital para permitir que los consumidores acudan allí sin superar dicho límite. Además, porque no toda la población tiene las facilidades tecnológicas y financieras para comprar por internet, razón por la que es fundamental facilitar las compras presenciales.
Ahora bien, a pesar que la coyuntura es bastante difícil no todo es desesperanzador. En efecto, durante el primer trimestre de este año solamente Colombia y Chile reportaron crecimientos positivos de sus economías. Nosotros, con 1.1% y los australes con 0.4%. De resto, las otras naciones tuvieron comportamientos negativos. Por ejemplo, el decrecimiento de Argentina fue del -5.7%, el de Perú del -3.3% o el de Ecuador del -6.3%.
Lo anterior, se traduce en que si bien es verdad hoy en día tenemos la cifra de desempleo más alta de las últimas décadas, estamos en la posición más favorable de la región y nuestra estabilidad institucional nos permitirá presenciar en los próximos trimestres el repunte económico más representativo de los últimos años.