Por: Margarita Restrepo
En las últimas horas, se conoció una comunicación en la que un grupo de supuestas organizaciones internacionales de “juristas”, se ofrece para acompañar a la corte suprema de nuestro país, en la investigación espuria e injusta que se adelanta en contra del presidente Uribe.
Es una propuesta grosera, descomedida con el presidente y con la propia corte suprema, pues nuestra justicia no necesita veeduría internacional ninguna.
El grupo sustenta su ofrecimiento, en las supuestas interceptaciones contra el magistrado delegado para instruir el proceso de la supuesta manipulación de testigos, que cursa en contra del expresidente de la República.
Se ha sabido que todo es una tramoya orquestada por los sectores políticos que históricamente se han opuesto al uribismo y que, apoyados por un noticiero dirigido por una rabiosa enemiga del exmandatario, han recreado toda suerte de fantasías, como la del micrófono instalado en el techo del investigador Cesar Augusto Reyes.
La EPS, Compensar, que anteriormente fungió como inquilina de las oficinas que hoy ocupan los magistrados de primera instancia de la corte suprema, aclaró públicamente que aquel artefacto no es un equipo de espionaje, sino un aparato para comunicaciones que ellos desinstalaron antes de abandonar las oficinas, una vez se terminó su estadía en aquel inmueble.
Sabemos que Roy Barreras e Iván Cepeda se han paseado por el mundo, difundiendo mentiras en contra del presidente Uribe y del gobierno de Iván Duque. Ellos, han inventado una realidad paralela con el firme propósito de generar un ambiente adverso en contra del expresidente, mostrándolo como el criminal que no es.
Si algo de honor y dignidad le queda a la justicia colombiana, la respuesta a la imprudente y carta de las organizaciones internacionales de abogados, debe darse en los términos más enérgicos posibles, rechazando el ofrecimiento e invitando a que hagan un retiro inmediato del mismo.
No nos llamemos a engaños: las presiones contra la justicia en los casos contra el presidente Uribe y su hermano Santiago han sido brutales. Los magistrados, jueces y fiscales involucrados en aquellos procesos, no han podido ejercer libremente sus funciones por cuenta del agobio que han experimentado por parte de los enemigos del uribismo. Tienen a un noticiero de televisión respirándoles en la nuca, presionándolos indebidamente, a un columnista obsesivo-compulsivo manipulando y a un sector de la política enviando toda suerte de mensajes amedrentadores, que impiden que las investigaciones se desarrollen de manera imparcial y serena.
Este es un caso vergonzoso desde donde quiera observársele. La investigación contra el presidente Uribe jamás debió haber iniciado. Él es víctima directa del cartel de falsos testigos y de la manipulación de la administración de justicia por parte de Iván Cepeda.
Este es, sin duda alguna, un episodio inédito en la historia, en la que una víctima, termina sentada sobre el banquillo de los acusados. Si alguien debería estar tras las rejas por significar un peligro real para la sociedad, ese es Iván Cepeda.
Ahora, como si las coacciones no fueran suficientes, se intenta que organizaciones internacionales sin mayor reconocimiento, pero de un marcado sesgo izquierdista, empiecen a ejercer un inédito “acompañamiento” a la investigación contra Álvaro Uribe Vélez. Este es, claramente, un nuevo movimiento táctico de los cabecillas de la banda que lidera la operación antidemocrática consistente en encarcelar al mandatario más popular que ha tenido la historia reciente de Colombia.