José Félix Lafaurie Rivera
@jflafaurie
Mientras escribo, el Pacto Histórico revienta las redes con la proclama de ¡Fraude! lanzada por Petro, sosteniendo haber recuperado 500.000 votos que les iban a robar, en unas mesas en que sabían de antemano que les iban a robar -¡curioso!-, mientras otros sectores también acusan desaparición de votos y se encienden alarmas, en medio de un juego peligrosísimo para la democracia.
Tiembla la credibilidad del proceso electoral, mientras el Registrador se desmonta insistiendo en que no hay riesgo de fraude y es necesario esperar los resultados del escrutinio. Para mí, estamos ante el plan de Petro para sembrar sospechas que le permitan volver a incendiar el país cuando sea derrotado en junio, porque sabe que… no será presidente.
Ahora bien, con las cifras actuales, el bloque de centro – derecha sigue siendo mayoría y la toma petrista del Congreso no se dio, a pesar de sus 16 senadores y 29 representantes, con personajes de poco pergamino y mucho prontuario, como “Teodora” y Bolívar.
Como se esperaba, Petro ganó su “consulta baloto” con un premio de más de 27.500 millones de pesos en reposición de votos, pero si le sumamos los más de 14.100 millones que recibirá el Pacto Histórico por votos de Senado, y los más de 15.600 por Cámara, este país que, según él, está peor que Venezuela, le devolverá la bonita suma de más de ¡57.300 millones! que saldrán de nuestros bolsillos.
Petro no alcanzó en la consulta los 4,8 millones de la primera vuelta de 2018 y, de cara a la de 2022, los 5,7 millones de votos del Pacto son su techo, y en la segunda dudo mucho que supere los 8 millones de 2018, contra los cuales nos unimos los demócratas de este país, como lo volveremos a hacer para superar en junio los 10 millones de Duque, aún a pesar de la posición calculadora de Gaviria, pues ya instalada su maquinaria parlamentaria, los votos liberales no tienen dueño a la hora de elegir presidente.
¿Y por qué lo haremos? Por patriotismo y supervivencia, pues las propuestas de Petro sobrepasaron todos los límites. A la de “democratizar” la tierra gravándola con impuestos confiscatorios, le suma el robo del ahorro pensional, la no exploración petrolera, la persecución a la minería y el revolcón al Banco de la República para imprimir billetes que paguen sus promesas. En fin, la amenaza del colapso económico y social como antesala de la dictadura, es un sentir muy fuerte en los sectores no hipnotizados con su verborrea comunista.
Así pues, sin bajar la guardia, tampoco vale la pena ocuparse de algo que no sucederá, pues… no será presidente. Lo que hoy corresponde es aportar propuestas a los candidatos de centro-derecha, para que la campaña presidencial sea algo más que sumas y restas.
En lo que a mí concierne, defenderé la recuperación del campo, comenzando por su red vial, y promoveré el potencial de nuestra producción agropecuaria y de la agroindustria frente a la demanda creciente de alimentos; no en vano somos potencia hídrica y de biodiversidad, uno de los siete países latinoamericanos con potencial de áreas cultivables, y el número 25, entre 223, con potencial agrícola sin afectar bosque natural.
En lugar de propuestas simplistas contra la ganadería, les mostraré a los candidatos nuestros avances en producción sostenible y la necesidad de política pública para establecer sistemas silvopastoriles que preservan la naturaleza.
El candidato que entienda la importancia para el país de la Colombia rural, donde viven 14 millones de colombianos, tendrá los votos del campo y, en sus manos, el futuro de Colombia.