José Félix Lafaurie Rivera
@jflafaurie
No es bueno jugar con la credibilidad de la industria láctea, y menos afectar al consumidor con alarmas falsas de desabastecimiento de un producto tan esencial como la leche, como hizo Asoleche en un comunicado en el que alerta sobre una disminución del 15% en la producción, equivalente a más de 1,6 millones de litros diarios.
Los ganaderos nos acostumbramos a oír de “enlechadas” para bajar precios y dejar de recoger la leche en las fincas, y ahora recurren a una presunta “escasez” para justificar la NO aplicación de la salvaguardia a las importaciones desde Estados Unidos, y quedar en ventajosa posición para negociar importaciones masivas de leche en polvo, con mayores cupos sin aranceles en los primeros días del año.
Rara escasez, porque, según el DANE, la producción creció 8,8% en el primer trimestre, 12% en el segundo y 4,2% en el tercero, tendencia que, por el contrario, no es rara, sino acorde con un año de muchas lluvias, muchos pastos y, en consecuencia, mucha leche.
En gracia de discusión, sin embargo, aunque el agua es determinante para la producción, su exceso es contraproducente, por el encharcamiento y las inundaciones, a lo cual se suma el aumento exagerado de precios en concentrados, de 45% en promedio, y de fertilizantes, del 64% en promedio, todo lo cual podría afectar la oferta, pero en un porcentaje que, según estimaciones de FEDEGÁN, no supera el 3,4% para el último trimestre.
No sabemos de dónde sacó la industria esa cifra tan conveniente a su imagen y a sus intereses importadores, pero es clara su “oportunidad”, como mandando el mensaje de que les preocupan los ganaderos, pero si no hay leche, pues les toca importar; y claro, no es raro que, a partir del 1º de enero, se incrementen los cupos con arancel cero, que en los últimos años se han agotado antes de Reyes, y se disminuya el arancel extracupo, para los que no alcancen a “la piñata” de importaciones baratas.
Hagamos más cuentas. Aún si la producción disminuye el 15% o el 3,4%, en ningún caso se afecta la industria ni es argumento para importaciones masivas, porque la industria no compra siquiera la mitad de la producción, que en 2020 superó los 7.300 millones de litros, de los cuales la industria formal compró 3.347 millones, es decir, el 46%.
Aun con las cuentas “raras” de Asoleche, descontado el autoconsumo en finca, del 10%, y su disminución del 15%, todavía queda un “colchón” del 28% de leche disponible en el mercado local, y estoy seguro de que muchos pequeños ganaderos que hoy la malvenden a la informalidad, estarían encantados de entrar al exclusivo club del “acopio formal” y recibir un mejor precio.
Pero es mucho pedir, la industria importó 73.000 toneladas en 2020, por 203 millones de dólares, que no recibieron nuestros ganaderos en plena pandemia, sino prósperos ganaderos estadounidenses principalmente, que vendieron más de 40.000 toneladas.
El 1º de octubre, el Ministerio de Agricultura actualizó en 7% el precio del litro de leche al productor, pero la industria, que nunca pierde, primero echó mano de sus inventarios, del orden de 10.000 toneladas, para disminuir al máximo las compras a mayor precio, y luego trasladó el aumento a los consumidores, pues el IPC de leche líquida subió 5,2% entre octubre y noviembre.
Es un juego de “con cara gano yo y con sello pierde usted”, con enlechadas artificiales y falsas alarmas de escasez. Son las cuentas “raras” de la industria láctea, que cuadran sus balances, pero empobrecen al ganadero.