Por: John Harold Suárez Vargas
Senador de la República
En los últimos tres días, Colombia ha sido testigo de manifestaciones de varios tipos, siendo las violentas y vandálicas, las que se han llevado todos los titulares y la atención de la población: atentados contra la fuerza pública, desmanes, destrucción del patrimonio público, e incluso saqueos en establecimientos comerciales e intentos de invasión en los hogares, han sido parte de las acciones que hoy nos tienen desconcertados a muchos.
¿Esto es una sorpresa? Lamentablemente, no.
¿Por qué no lo es?
Porque llevamos varios meses sometidos a la avalancha de ataques sistemáticos a la gestión del Gobierno Nacional por parte de un sector de la clase política que no aceptó la derrota por un lado, y por otro sector que esperaba que los ríos de leche y miel de los que gozó en los ocho años anteriores continuara, y al encontrarse con un gobierno austero, que no ha negociado ninguna de sus propuestas, se ha unido con el Diablo para deslegitimar cualquiera de sus acciones, no reconocer ningún trabajo, y con mentiras, levantar un sector de la comunidad que hoy protesta en su mayoría por situaciones inexistentes, verdades a medias y deudas históricas, acentuadas por quienes hace 15 meses dejaron el poder.
También hay otras razones: el diálogo de muchos de los actuales funcionarios del gobierno Duque con los colombianos es pobre, técnico y pareciera que desde adentro buscan más hacer daño a la imagen de un buen hombre, como lo es Iván Duque, que por trabajar para hacer realidad su agenda política y social, necesaria para el desarrollo de nuestra nación.
Hoy tenemos el presupuesto más alto de la historia para el sector educativo, se están corrigiendo los graves atrasos en infraestructura que dejó el mal manejo del fondo FFIE, se trabaja para recuperar los proyectos de infraestructura vial en el atraso o abandono, y se adelanta una importante labor desde dependencias como el DPS a cargo de manera acertada de la doctora Susana Correa, quien es de las pocas funcionarias que vemos estableciendo diálogo social desde el Estado de manera cercana con la gente, y sin embargo se alimentan odios, como si no se hiciere nada.
Es el momento de abrir los ojos, de no permitir que esos anuncios de traer la crisis chilena que hacen sonreír a la oposición en sus alocuciones cuando miles de familias colombianas lloran, lleguen a destruir lo que nos lleva años edificar. Es el momento también que nuestro presidente Iván Duque replantee su comunicación con Colombia y a muchos de esos funcionarios que hoy restan a su labor, y lo están dejando solo contra quienes no les importa que el avión caiga por lastimar al piloto por sus intereses mezquinos y egoístas.