Por Paola Holguín

 

Hoy, quiero compartirles las sencillas palabras que escribí el 28 de noviembre de 2016, para el homenaje a ese gran hombre a quien siempre dije, era mi amor platónico, el Maestro Jaime Jaramillo Panesso.

“La vida me premió con el inmerecido honor de conocer a un grande de Antioquia y de Colombia, al doctor Jaime Jaramillo Panesso, y hoy, me reta permitiéndome dirigirle una palabras en este espacio, donde cada uno de nosotros ha llegado para rendirle un homenaje a su vida de amor y servicio a la Patria.

Pensé durante horas que debía decir, y me atropellaban las palabras con mil temas y mil cosas que quería contar sobre el abogado, el intelectual, el político, el Maestro, el melómano, el periodista, el poeta, el hombre público y el extraordinario ser humano que es el doctor Jaime Jaramillo.

¿Cómo puede escribirse algo siquiera medianamente justo sobre un hombre con tantas facetas y tantos aportes a nuestro departamento y al país? Pensaba en el jurista que defendió a presos políticos, que soñó con una revolución y que fundó la Escuela Nacional Sindical y Conciudadanía; en el concejal y el congresista de fuertes convicciones, pero siempre conciliador; en el experto en la música ciudadana, que nos contagia la devoción tanguera y nos ilustra sobre como ese género se unió a nuestro ser cultural. Pensaba en el Maestro de profundidad infinita y de una generosidad que trasmite pasión por el conocimiento; en el periodista que en cada columna nos obliga a pensarnos y a repensarnos como Nación; en el escritor y el poeta que nos descubre al soldado Benítez, al traqueto o a la novia del malevo. Pensaba en el luchador de todas las horas por la paz, en el funcionario ejemplar de la Comisión Facilitadora de Antioquia y de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, en el hombre que tuvo el coraje y la generosidad infinitos para escribirle a la asesina de su hijo una desgarradora misiva invitándola a poner su cuota de paz.

Usted, doctor Jaime, nos ha enseñado con el ejemplo que la lucha por la paz es un compromiso de todos los días, y que esa paz solo es posible si se construye con misericordia, pero con justicia; con audacia, pero con respeto a las instituciones y al estado de derecho; con generosidad para el diálogo, pero precisamente por vocación democrática, sin estar forzado por el terrorismo violento.

Nuestra Patria vive momentos de enorme dificultad democrática. Hoy tenemos el reto de una proceso mal construido que en vez de paz puede ser generador de nuevas violencias; tenemos la lucha frente a un Gobierno que olvidó que se debe al pueblo y un Congreso que no ha honrado el juramento de hacer cumplir la Constitución y la Ley; tenemos una justicia diseñada para perseguir al opositor político en vez de al criminal y una sociedad en algunos casos angustiada, en otros apática y casi rota, incapaz de entender algo que hace poco le escuché al doctor Jaime, que “la polarización política es lo natural y lo común, pero debe ser respetuosa, pacífica y legal… porque solo en las dictaduras totalitarias no existe polarización”, por eso nos invita a no temer a la “expresión pluralista de la Nación”.

Por eso hoy más que nunca vale la pena conocer y reconocer a un hombre que se convierte en referente que es esperanza para estos momentos. Yo, ante la dificultad para dibujar a este ciudadano paradigmático de la Patria, sólo puedo invitarlos a leer sus múltiples escritos o la biografía de Jairo Osorio publicada por el ITM, “Jaime no es billarista”.

Las presentes y futuras generaciones tenemos en el doctor Jaime Jaramillo un ejemplo de demócrata, tan necesario en estos tiempos. Tenemos el referente de un académico integral e íntegro. Tenemos la enseñanza de un humanista siempre fiel a sus principios.

Doctor Jaime, termino reiterándole mi afecto, admiración y respeto infinitos. Los antioqueños nos sentimos honrados de ser sus coterráneos. Gracias desde el fondo del alma por lo que ha hecho y sabemos continuará haciendo por nuestros Departamento y por la Patria”

Hasta siempre, maestro