Por: John Harold Suárez Vargas

Senador de la República

 

 

En tiempos de pandemia Colombia lucha por adaptarse a las dinámicas de la  “nueva normalidad”. Este ejercicio incluye la búsqueda de estrategias para dar continuidad al desarrollo social.  Uno de los aspectos más  importantes dentro de este proceso es la  reflexión que debemos hacer sobre  los desafíos que enfrenta nuestro sistema educativo.

Hay que reconocer el esfuerzo realizado por los educadores, alumnos, directivos de instituciones y padres de familia, quienes a pesar del aislamiento han hecho su mejor esfuerzo para continuar los procesos formativos, mientras aprenden sobre un tema inusual, como es  la virtualidad. También es admirable el ingenio de muchos profesores, que pese a ejercer en zonas con problemas de conectividad o en el campo,  llevan el conocimiento a sus alumnos a través de vías alternas como las emisoras comunitarias. Sin embargo, debo enfatizar, como educador que soy, que ningún método a distancia puede reemplazar los beneficios de la interacción presencial entre compañeros de clase, ni la de un  docente con sus alumnos.

La virtualidad permite, en un buen porcentaje, la enseñanza de temas de necesario aprendizaje; pero existen habilidades sociales cómo la disciplina, la solidaridad, el respeto, el liderazgo, el diálogo, la resolución de conflictos, la superación del fracaso, y otros valores necesarios para el desarrollo de la inteligencia emocional, que dependen de la interacción que se da en los salones de clase. Es por esto que a pesar de los esfuerzos que puedan realizar algunos padres de familia desde el hogar, la virtualidad genera un vacio que dejará una huella negativa a futuro en la formación  de una generación. Pero esta problemática puede encontrar solución  si aplicamos oportunamente  el modelo de “alternancia educativa”, que combina la presencialidad y el uso de herramientas tecnológicas en casa.

La educación virtual al 100% se hace insostenible en el tiempo, pues esta requiere el acompañamiento de padres de familia o tutores en casa, situación imposible en medio de la reactivación de la vida productiva.  Padres y madres de familia, especialmente en los hogares en donde solo existe uno de los dos,  enfrentan el dilema de tener que dejar solos a sus hijos, porque quedarían expuestos a peligros propios del deterioro social que se vive en las comunidades. Sin acompañamiento, serian entonces presa fácil de malas amistades, microtráfico, abusadores etc. De otro lado, mientras no se cierre en su totalidad la “brecha digital”, muchos niños y jóvenes estarán marginados del derecho a la educación.

En la actualidad se desarrollan pilotos de alternancia educativa en jardines infantiles, colegios y universidades tanto públicas como privadas, en ciudades como: Cali, Medellín, Bogotá y Barranquilla. Los resultados observados serán la base para la puesta en marcha de las nuevas jornadas estudiantiles.    El país debe prepararse  para reiniciar las clases presenciales en 2021, ya que no tendría sentido regresar a las aulas, al menos en el calendario “A”, por las cinco semanas académicas que restan del presente año. Sin embargo, estos pilotos  deben continuar, pues son la referencia para saber si hay fallas e implementar los cambios necesarios.

Una vez los centros educativos reciban el aval de las secretarías de salud, por el cumplimiento de la resolución 1721 de 2020 del Ministerio de Salud, donde se establecen los protocolos para el manejo y control de riesgo del  Covid-19, se avanzará  en la implementación de lo que será la siguiente etapa de la educación en Colombia.

Con miras en este proceso quiero compartir algunas propuestas que permitirían a la alternancia ser un modelo efectivo en medio de la pandemia:

  • Al existir una separación física de un metro entre alumnos en un salón de clase, se reduce el número de alumnos por aula, por esto se requiere una reevaluación de la relación técnica, es decir, cuántos alumnos por salón. En la actualidad son 22 para la zona rural y 32 en la zona urbana. Para lograrlo, El Ministerio de Educación debe reformar el decreto 3020 de 2002
  • Para el sector público se debería realizar la contratación temporal de docentes que servirían como monitores de apoyo a los titulares de las cátedras. Serán necesarias horas extracurriculares para poder atender el 100% de la demanda educativa. En lo posible tener tres jornadas.
  • Es un punto clave evaluar cuáles de las nueve áreas fundamentales de enseñanza no se pueden suplir de manera remota, para que se incluyan en el segmento presencial dentro del modelo de alternancia.
  • A pesar de la reducción de la jornada escolar, seguiría suministrándose  la alimentación en casa  a través del programa PAE, y así se evitarían nuevos contagios.

Para terminar, hago un nuevo llamado a practicar y enseñar a nuestros hijos las conductas de auto protección y cuidado de los demás.  La salud y la vida son nuestra prioridad, y de la  cultura de la prevención y la bioseguridad dependerá que la implementación del modelo de alternancia sea un éxito, para que en el 2021 nuestros estudiantes puedan disfrutar con  garantías plenas su derecho a la educación.