María del Rosario Guerra
@charoguerra
Desde que inicié mi camino en la política tuve claro que una de las apuestas más importantes sería impulsar iniciativas que generaran inclusión social y equidad, bases primordiales para la construcción de un mejor país.
Fue así como luego de recibir una caja de té que un amigo me trajo de Europa, y que tenía escrito el nombre del producto en sistema Braille, pensé en tantos colombianos con discapacidad visual que sin la ayuda de un lazarillo no saben qué están comprando o consumiendo. Por ello estructuré, con el apoyo del Instituto Nacional para Ciegos –INCI-, un proyecto de ley que beneficiara a la población con discapacidad visual.
Según el Registro de Localización y Caracterización de Personas con Discapacidad del Ministerio de Salud, a junio de 2018, 1.404.108 colombianos declararon discapacidad visual; el 50% de ellas mayores de 50 años.
La concentración más alta de esta población está ubicada en Bogotá (285.392), seguida de Antioquia (177.992), Valle del Cauca (124.541) y Santander (81.879).
El proyecto de ley, de mi autoría, que esta semana surtió trámite en la plenaria del Senado de la República, y que inició su tránsito a la Cámara de Representantes, busca implementar el sistema braille en empaques de productos alimenticios, médicos, servicios turísticos, y en sitios de carácter público.
También contempla que haya textos y guías escolares definidos por el Ministerio de Educación impresos en braille, de acuerdo con el número de estudiantes con discapacidad visual.
El articulado incluye también la declaración del cuatro de enero como Día Nacional del Braille, siendo los Ministerios de Cultura e Industria y Comercio, los encargados de realizar las actividades necesarias para exaltar no solo la fecha, sino a la población con discapacidad visual.
El braille es un método de lectura y escritura táctil que elimina barreras y que permite a la persona invidente no solo comunicarse en un idioma especial, sino obtener información básica como la descripción de un medicamento o de un alimento.
Es importante entender que esta herramienta es algo más que una forma de comunicación. Es acceder al mundo con la punta de los dedos para guiarse, aprender, comunicar y obtener cualquier información que requiera.
Puedo atreverme a asegurar que la vida de quien usa este lenguaje, que mezcla el tacto con las letras en relieve, tendrá sin duda un mayor grado de autonomía y una conexión especial con el mundo que lo rodea.
De surtir todo el trámite legislativo, esta ley marcará la pauta para que empresas y entidades públicas se concienticen que existe una Colombia invidente o con baja visión, a la que también hay que mirar.
Como dijo el hombre que hizo leer a quienes no podían ver, Louis Braille: “No necesitamos lástima, del mismo modo que no necesitamos que nos recuerden que somos vulnerables. Debemos ser tratados como iguales, y la comunicación es la que puede traernos esto”.