Por: Nicolás Pérez
Senador de la República
Aunque suene extraño, hoy en día los bancos públicos de segundo piso, tales como Findeter, Bancoldex o Finagro, son prácticamente inútiles en momentos de crisis. Su modelo de funcionamiento sirve en épocas de normalidad, pero cuando enfrentamos dificultades económicas como las actuales no tienen dientes para ayudar a los sectores más afectados. No podemos ser indiferentes ante esta realidad y adoptar medidas decisivas es una imperiosa necesidad.
No digo esto como un bulloso ataque con fines electorales, sino como una reflexión respecto del funcionamiento de este tipo de entidades del Estado, las cuales, recordemos, están encargadas de inyectar liquidez al sector financiero.
En efecto, los bancos de segundo piso operan de una manera muy clara: ellos solicitan recursos prestados a las entidades financieras internacionales para después entregarlos a las instituciones crediticias nacionales. En otras palabras, operan como bancos de los bancos de primer piso.
Esto es bueno porque, a diferencia de las instituciones tradicionales, actores como Bancoldex o Findeter pueden acceder a esos recursos con tasas de interés mucho más bajas, dado que tienen el respaldo de ser entidades estatales. Una particularidad que técnicamente se conoce como “riesgo País” y que le permite a los bancos privados tener una fuente de financiación más accesible.
Banca internacional => Bancos de segundo piso => Bancos tradicionales => Usuario
Esta es la razón por la cual si alguien quiere acceder a una línea de crédito de Bancoldex no debe acudir directamente a esa entidad, sino que tiene que dirigirse a un banco tradicional que deberá asumir el riesgo de no pago del solicitante, toda vez que los recursos que ofreció la entidad de segundo piso le fueron prestados a la institución privada.
Como dije anteriormente, este modelo es útil en circunstancias normales. No hay nada más importante para el desarrollo del tejido empresarial que tener un sector financiero robusto con disponibilidad de recursos para prestar.
Sin embargo, si algo nos dejó de lección esta pandemia es que los bancos privados no tienen como fin la ayuda a los sectores más afectados por determinadas circunstancias, sino la obtención de ganancias tras administrar los recursos de los ahorradores.
Tan es así que el Gobierno Nacional, en desarrollo de la emergencia económica, expidió el Decreto Legislativo 468 de 2020 donde habilitó a Bancoldex y Findeter a entregar recursos directamente a los usuarios sin tener que acudir a la intermediación de los bancos tradicionales. Lógicamente el acceso al crédito para mitigar los efectos de la cuarentena era una prioridad nacional.
No obstante, dicho Decreto tiene vigencia hasta el 31 de diciembre de este año, lo cual implica que a partir del 2021 los bancos públicos de segundo piso deberán circunscribirse a su clásica función de inyectarle liquidez al sector financiero y no podrán tener programas de apoyo especial al pueblo colombiano.
Por esa razón, en los próximos días radicaré un proyecto de ley que autoriza de manera permanente a los establecimientos públicos de segundo piso a realizar operaciones de crédito sin necesidad de intermediarios financieros.
Esta iniciativa, cabe resaltar, no pretende que se vuelva a instaurar una incontrolable mole burocrática de bancos estatales por todo el País como sucedía hace más de 20 años ni tampoco acabar con la función principal de los establecimientos de segundo piso, sino que, sencillamente, el Estado tenga la posibilidad de darle la mano a los sectores empresariales que requieran financiación urgente para responder a una apremiante coyuntura.
Para ello, el proyecto establece que será el Ministerio de Hacienda, en coordinación con la Superintendencia Financiera, quien determinará técnicamente qué tipo de operaciones crediticias se podrán realizar directamente sin ningún tipo de intermediación.
Gracias a esta medida, el Gobierno podrá crear líneas de crédito para que, por ejemplo, los empresarios del sector turístico o de entretenimiento, tan afectados por esta crisis, tengan acceso a préstamos especiales sin tener que someterse a la interminable evaluación de riesgo que realizan los bancos privados y que ciertamente se ha convertido en un verdadero obstáculo para el desembolso de recursos a los colombianos.
Los bancos públicos de segundo piso juegan un rol clave para el desarrollo del País, pero no pueden seguir siendo entidades inútiles y paquidérmicas en momentos de crisis. Desde el Congreso debemos responder a las necesidades de los colombianos. En esta ocasión, abriendo una puerta para que en cualquier oportunidad, y dependiendo de las circunstancias, la banca estatal salga con determinación a auxiliar a las empresas promotoras de empleo formal y desarrollo.