Mancuso, que regresa, fue extraditado porque se continuaba delinquiendo desde la cárcel de alta seguridad de Itagüí.
Habían sido trasladados a Itagüí porque periodistas de altísimo reconocimiento me informaron que desde la habilitada cárcel de la Ceja se planeaba una fuga. Temí que sería otra “Catedral”.
Cumplí el deber por encima de advertencias de venganza. Estados Unidos aceptó nuestra exigencia de acceso a sus cárceles para funcionarios del Estado colombiano y para los ciudadanos.
Poco después de ingresados a las cárceles de los Estados Unidos empezaron a llegar visitantes. Algunos de ellos eran sus enconados enemigos de la víspera, varios cercanos a la guerrilla, que con afán ofrecían beneficios para que dieran información sobre mis supuestos vínculos con paramilitares.
Mancuso miente, jamás se reunió conmigo, nos saludamos pocas veces por mi vinculación a Montería. No tuvimos conversaciones.
En la campaña presidencial me negué a reunirme con él como quedó públicamente establecido. Y, también públicamente, desautoricé que me apoyara en Barrancabermeja, como me había dicho el Padre De Roux.
Nunca entró a la casa del Ubérrimo. Esta fue la única mayoría de la finca hasta 2006. Los comandantes regionales de Fuerzas Armadas me visitaban con frecuencia para preguntar por mi seguridad. He tenido seguridad oficial, nunca privada, desde 1988.
El Coronel Suárez, Comandante de la Policía de Córdoba, 1995-1996, me visitó a preguntar por mi seguridad. El vehículo quedó en la calle. Esta casa está sobre una vía pública, muy transitada.
El Coronel desmintió a Mancuso quien dijo que fueron al Ubérrimo a reunirse conmigo. Dijo Mancuso que no hablamos sobre paramilitarismo en Antioquia. De nada he hablado con Mancuso en la vida. La única presencia que Mancuso pudo tener en el Ubérrimo fue por las vías públicas que cruzan.
Para que sus viejos enemigos lo traigan al país, Mancuso ha hecho méritos de acusarme, de mentir. Todo lo he enfrentado.
Uno de mis orgullos era la protección de la Seguridad Democrática a todos los alcaldes y gobernadores de Colombia. Me duele la mentira de que quité la protección al alcalde del Roble, Sucre, para que ellos lo asesinaran.
Mancuso cambia de versiones para afirmar que Pedro Juan Moreno, Secretario de Gobierno de Antioquia, sabía de las masacres del Aro y la Granja y que por ende yo debería haber sabido. Pedro Juan Moreno falleció en un accidente aéreo en 2006 mientras hacía campaña para el Senado en la lista conservadora.
El Dr. Jesús María Valle fue asesinado en 1998. Me encontraba en la Universidad de Oxford. Como Gobernador me reuní con él por última vez a finales de 1996. Mancuso inicialmente dijo que no supo del tema y recientemente acusó a Pedro Juan Moreno de haber solicitado a Carlos Castaño que cometiera ese asesinato que porque el Dr. Valle acusaba al General Carlos Ospina.
Sobre todo esto he respondido a la opinión pública. La Comisión de Acusación de la Cámara y la Fiscalía han recibido toda la información sobre los helicópteros de la Gobernación de Antioquia, que han tratado de involucrar en las masacres.
Tanto en la Versión Libre ante la Fiscalía, como en una declaración ante el mismo órgano en Antioquia, anexé la prueba documental y periodística sobre mis actuaciones.
Recuerdo que en Antioquia hubo más de 90 masacres en los 3 años de mi ejercicio como Gobernador. Muchas cometidas por las guerrillas, que no han cobrado importancia. Todas las denuncié también ante los organismos internacionales de justicia y de Derechos Humanos.
Sé que debo hacer un mayor esfuerzo para combinar mi defensa con mi tarea de oposición argumental y la lucha por el futuro de Colombia.
Qué raro, me acusan de paramilitar, los extradité, y el único paramilitar que dice haberse reunido conmigo es Mancuso. ¿Entonces con quiénes más me reuní?