Por: Margarita Restrepo
Uno de los fenómenos más dañinos de la política colombiana ha sido el del denominado gamonalismo, figura en la que un jefe político adscrito a uno de los partidos tradicionales mueve a sus prosélitos a votar en tal o cual sentido, impidiéndoles a ellos hacer mayores reflexiones doctrinarias.
Hasta no hace mucho tiempo, los resultados electorales eran previsibles con base en las cuentas que podían realizar los gamonales que se sentaban con papel y lápiz a hacer las sumas de votos en los distintos puestos de votación en los que tenían electores.
Con la irrupción de las nuevas tecnologías de información, los ciudadanos han encontrado la manera de liberarse del poder y control de los gamonales. Con el paso de los años, sobre todo en este siglo, se ha visto cómo los electores son cada vez más libres a la hora de marcar los tarjetones.
Las nuevas expresiones partidistas han sustentado sus plataformas ideológicas en la libertad de las personas. Una de las abanderadas de ese discurso ha sido Claudia López, una feroz crítica de las estructuras políticas tradicionales. Ella, con poco rigor, mucha irresponsabilidad y bastante odio, ha caído en toda suerte de generalizaciones a la hora de plantear sus teorías sobre la realidad política nacional.
Pero luego de su derrota en la primera vuelta, ha tratado de convertirse en una gamonal, bastante parecida a los que ella ha criticado en los últimos años. Creyéndose dueña de los votos que obtuvo Sergio Fajardo el pasado 27 de mayo, apareció ante el país para decir que los casi 4.6 millones de personas que sufragaron por el exalcalde de Medellín, solo pueden votar en blanco o por Petro en la segunda vuelta.
Fue más allá al sentenciar que, en cualquier caso, hay que evitar o bloquear la candidatura de Iván Duque. Esas expresiones son una muestra inaceptable de gamonalismo que, además, configura una nueva contradicción de Claudia López, esa misma que se define como defensora de la diversidad y de la libertad.
Pero los ciudadanos no se dejarán manipular por esa exaspirante a la vicepresidencia de la República, ni por los directivos del partido Verde.
Para la muestra un botón: en días pasados, convoqué y participé en un diálogo franco y profundo con distintos líderes de las bases del partido Verde de Antioquia y el área metropolitana de Medellín.
Aquellas jornadas condujeron a la suscripción de un acuerdo programático entre ellos y la campaña de Iván Duque que se sintetiza en 4 puntos fundamentales: educación para niños y jóvenes; solución a los problemas de violencia e inseguridad en las ciudades; medio ambiente y respeto por los recursos públicos.
Dicho documento, fue firmado por Yuli Andrea Florez, Gabriel Corrales, Mario Oquendo, César Arroyave, Alexander Quintero, Darío Vélez, Héctor Zúñiga y Charles Ortiz, todos ellos líderes reconocidos del partido Verde en Antioquia.
Además del respaldo recibido, lo que más quiero destacar es el gesto de independencia expresado por ellos. Son personas que se resisten a que se les intente limitar su libertad de elegir. No están de acuerdo con lo dicho por la dirección nacional del partido Verde que pretende obligarlos a escoger únicamente entre el voto en blanco y Gustavo Petro.
En el diálogo con esos dirigentes locales del partido Verde que culminó en la adhesión a que estoy haciendo referencia, pude observar una profunda molestia e insatisfacción en muchos sectores de ese partido con las directivas del mismo.
Los ciudadanos son libres y deben votar por el candidato con el que se identifiquen. Ni Claudia López ni nadie puede intentar obligarlos a desconocer una alternativa electoral como la de Iván Duque, de lejos el mejor candidato y quien tiene más coincidencias que diferencias con la ideas de los colombianos que el pasado 27 de mayo votaron por Sergio Fajardo.