José Félix Lafaurie Rivera

@jflafaurie

 

Jorge Visbal, por su condición de ganadero y presidente de Fedegán, fue perseguido ferozmente por las Farc, que atentaron varias veces contra su vida. En 2003 utilizaron ¡un rocket!, en su último intento fallido. Su antecesor, José Raimundo Sojo, fue asesinado por las Farc en 1995.

Pero esta es apenas la historia visible de dirigentes conocidos. Las cifras de esta persecución contra la ganadería hoy lucen escalofriantes. A manera de ejemplo, durante 2001 y 2002 fueron secuestrados 585 y 568 ganaderos respectivamente, ¡1.153 en apenas dos años!, y en el mismo lapso 50 fueron asesinados.

Infortunadamente, esta tragedia ganadera y de toda la población rural tiene la tendencia a volver al olvido, a pesar de nuestros esfuerzos a través de la Fundación Colombia Ganadera, que visibilizó a más de 8.000 víctimas de secuestro, asesinato y desplazamiento. Ni que decir de la extorsión, que sufrió la ganadería por parte de guerrilleros y paramilitares por igual.

Y como si fuera poco haber estado en medio del fuego cruzado de unos y otros; como si no fuera suficiente con haber bregado por generar empleo y riqueza en medio del abandono del Estado, con la zozobra como única compañera, muchos ganaderos, como Visbal, han sido revictimizados por la justicia.

Hay personas que, ante la justicia, son  ”preabsueltas” por su imagen de “buenas”, pero hay otras marcadas por la sociedad con injustas narrativas que las convierten, ante la misma justicia, en “precondenadas”. Jorge Visbal es una de ellas, y también los ganaderos como colectivo.

Denunciar la violencia y exigir garantías a la vida y la libertad de los ganaderos fue la lucha de Visbal; y esa  lucha por la paz rural hoy lo tiene frente al amargo predicamento de una sentencia condenatoria, a pesar de haberla librado con respeto a la Ley, desde la Comisión Nacional del Paz, la Presidencia del Consejo Gremial Nacional y su membresía permanente, el Congreso de la República y la Presidencia de Fedegán, pero siempre, también, dentro del estigma que, años después, marcó a los ganaderos como “enemigos de la paz”.

Esa lucha lo llevó a Maguncia en 1998, a tratar de convencer a un ELN que, veinte años después, no deja de agredir a los colombianos. De allí solo se trajo su primer infarto. Ese mismo año, con la Comisión Nacional de Paz, participó en el Acuerdo del Nudo de Paramillo, que buscaba un proceso de paz con las AUC que no prosperó. En el Caguán, Visbal se sumó al Comité Temático y encaró a las Farc pidiéndoles compromiso con la paz. Esa lucha lo llevó, finalmente, al proceso de desmovilización de las autodefensas durante el gobierno Uribe.

Por todo ello, solidarios, lo seguimos acompañando en su lucha, esta vez por su propia libertad y su dignidad.

Nota bene. Extraña que no lo haya juzgado la Corte Suprema, su juez natural por su condición de embajador.