Por Enrique Cabrales Baquero
Representante a la Cámara
Partido Centro Democrático
@kikecabralesCD
 
No andemos con rodeos. Lo único que se puede decir de la paz es que hay un acuerdo –mal acuerdo, entre otras cosas- firmado por las Farc y el ya expresidente Juan Manuel Santos, pero la realidad nos muestra un país convulsionado.
Si de paz se trata, lo único que se ha logrado es ver a algunos sectores de las Farc haciendo política, sentados en sendas curules en el Congreso y muy activos en las redes sociales, mientras que las víctimas tienen una lucha diaria para que les reconozcan sus derechos.
Sin embargo, esa paz que tanto nos vendieron dista mucho de ser una realidad, porque el día a día nos muestra, con horror, que Colombia es un país que sigue en manos de los violentos.
No quiero ser arrogante en mis apreciaciones y por eso recurro a las palabras del comandante del Ejército, general Ricardo Gómez, quien recientemente hizo un análisis sobre la situación de orden público que vive Colombia.
El alto oficial recordó que hace unos años las Farc y el Eln se aliaron, sobre todo en Arauca y otras regiones, para defender el negocio del narcotráfico y fortalecerse militarmente.
Recuerdo que en ese momento el Eln era una guerrilla de poca monta, con golpes aislados, sobre todo, a la infraestructura petrolera. Eran unos enamorados de volar el oleoducto Caño Limón-Coveñas. Sin embargo y gracias al proceso de paz de Santos, esta guerrilla terminó fortalecida, resucitada y hoy quieren poner contra la espada y la pared al presidente Iván Duque, quien ha sido consecuente con sus principios de que si no hay muestras de paz no dialoga.
Pero volvamos a las palabras del general Gómez, quien dijo que las alianzas de hoy son paradójicas.  Comentó el alto oficial que la nueva alianza es Eln, disidencias de las Farc y el Clan del Golfo con el propósito de repotenciar el negocio del narcotráfico, protegiendo las zonas de cultivos ilícitos, los laboratorios de procesamiento y las rutas para enviar el alcaloide a Estados Unidos y Europa, principalmente.
La paradoja a la que hace referencia el oficial es que es la unión del agua y el aceite, porque se trata de guerrillas de extrema izquierda con un grupo mafioso de extrema derecha, pero que tienen un propósito en común: el narcotráfico, al que le suman la extorsión, el secuestro y el abigeato, entre otros, para garantizar su financiación.
Comentó el General que lo que va corrido del plan Diamante han capturado 650 de estos grupos: 350 del Clan del Golfo y 247 del Eln y reconoce que este tipo de alianzas lo único que ha generado es más violencia contra la población civil.
Como se observa, aquí comienza por romperse el mito de la paz.
Otro elemento clave es que las disidencias quieren demostrar que tienen poder y con sus acciones quieren demostrar que son fuertes para entrar a presionar al Gobierno y, en ese proceso violento, acaban con la vida de los uniformados que velan por nuestra democracia.
La cacería está cantada. Las Fuerzas van tras alias Guacho, de quien no se tiene razón de su paradero o si fue dado de baja efectivamente; también, en la mira está contra alias Cabuyo, quien es acusado del asesinato de los tres geólogos en Antioquia, así como la ofensiva contra alias Cadete.
Ahora bien, mientras se dialogaba en La Habana los cultivos se dispararon y hoy están por el orden de las 210 mil hectáreas, muy por encima del balance del expresidente Uribe, quien las había reducido a poco menos de 47 mil.
El microtráfico se tomó las ciudades; la inseguridad urbana ha generado que haya mafias en las principales capitales del país dedicadas a delitos comunes, secuestro exprés de personas y vehículos, y extorsión.
Entonces, ¿cuál paz?
Por todo esto, tenemos que apoyar las políticas del presidente Iván Duque, para que el orden constitucional se restablezca y Colombia entre a recorrer el sendero de la institucionalidad. A los criminales hay que enfrentarlos y la única salida es el sometimiento o su derrota por las vías legales.
Solo con autoridad, el país puede retomar el rumbo y, cuando esta se consolide, Colombia podrá recorrer los caminos de la paz, la prosperidad y la justicia social.
No hay otra salida.
 
Nota del autor: No se les olvide que mañana, 20 de octubre, saldremos a las calles de las principales ciudades del país y del exterior a defender la honra de nuestros niños. Vamos a marchar para que se respeten a estos seres indefensos y que no sigan siendo el instrumento de los monstruos que los amenazan constantemente. TODOS A CAMINAR POR NUESTROS NIÑOS.