Es por tanto inconcebible que, en medio de una emergencia sanitaria y una crisis económica, un Senador de la República plantee la posibilidad de un paro legislativo. El Congreso de la República como rama del poder público, como elemento fundamental de los Estados democráticos, no puede perder su conexión con la ciudadanía, debe seguir cumpliendo con sus funciones delegadas en la Carta Magna y la Ley 5ª de 1992.
Este despropósito de propuesta sólo promueve un mensaje erróneo al pueblo colombiano que en estos momentos reclama la creación y modificación de cientos de iniciativas. No hay motivo mayor, por el cual no debamos seguir cumpliendo con nuestras funciones, debemos responder a las necesidades del momento actual y como servidores públicos a todos los ciudadanos.
Ante la propuesta planteada por el Senador, reafirmo mi posición desarrollada en días anteriores durante las plenarias de esta semana, en la que le he planteado a la Mesa directiva de la Cámara de Representantes evaluar la posibilidad de programar y citar semanalmente un día más de sesión y estudios de proyectos. Asimismo, invité a todas las bancadas, sectores económicos, líderes sindicales y a la comunidad en general, a debatir la Ley de Solidaridad Sostenible, a través de espacios de discusión razonables y conscientes que nos permitan definir un camino en el que, con el aporte de todos, avancemos en un propósito común, la reactivación económica para garantizar la agenda social del Gobierno Nacional.
Nadie en ninguna parte del planeta previó lo que iba a suceder en materia de salud pública, por supuesto, no existe un manual de crisis al que cualquier gobernante pudiera acudir. El presidente Iván Duque y su gabinete han hecho todo lo necesario para cubrir las necesidades de los más afectados y han buscado soluciones para contribuir al desarrollo económico de los colombianos en tiempos de crisis.
Mi invitación sigue en pie para que desde todos los sectores se reciban las diferentes propuestas y construyamos juntos desde el Congreso de la República, el espacio natural de discusión de las leyes, una reforma viable, justa y sostenible en el tiempo. No es momento de polarizar, ni llamar al caos, estamos en un país democrático, donde todos tenemos la posibilidad de ser escuchados.