José Félix Lafaurie Rivera
@jflafaurie
Frente a la coyuntura del 23 de febrero, el coro del himno venezolano debería convertirse en consigna del megaconcierto multinacional: “Gloria al bravo pueblo/que el yugo lanzó/la Ley respetando/la virtud y el honor”.
El 23 de febrero será un día de libertad: el Día “V”; V de victoria frente al tirano y de valentía frente a la opresión; V de una Venezuela en busca de su libertad y su gloria.
Nos recordará ese otro gran día del siglo XX, que señaló el comienzo del fin de la Segunda Guerra Mundial: el desembarco en Normandía; el Día D, cuando la voluntad de los pueblos libres se unió para romper las barreras de la tiranía en Europa.
En esta ocasión será la voluntad desarmada de los pueblos a través de la música en el concierto del 22; serán la solidaridad internacional, la voluntad del bravo pueblo y el liderazgo del presidente Guaidó, los que buscarán derribar la barrera, no de los remolques atravesados ni del despliegue militar en la frontera, sino de la indolencia criminal de Maduro y su camarilla frente al sufrimiento del pueblo, que solo caerá cuando las armas legítimas de Venezuela dejen de ser la guardia del tirano y se pongan a disposición de su pueblo.
El ingreso de ayuda humanitaria se convirtió en símbolo de liberación, y las Fuerzas Armadas Bolivarianas en muralla por derribar. Atrapados entre su deber de obediencia a una cúpula corrupta, el terror a la contrainteligencia cubana y su deber supremo de defender a los venezolanos, el mundo estará en vilo el 23 de febrero, por su decisión frente a miles de sus compatriotas, armados de esperanza y una bolsa de ayuda.
Reprochable la postura de la izquierda colombiana y de la oposición, más ocupados en atacar al Gobierno que en unirse a la solidaridad mundial, que hoy suma más de 60 países.
Destacable el liderazgo del gobierno a través de la gestión diplomática del presidente Duque y el canciller Trujillo, para atender el éxodo de venezolanos con “su vida en una maleta”, y para presionar la salida de Maduro y el retorno de la democracia.
Reprochable el grupo de firmantes febriles, con Iván Cepeda a la cabeza, que se inventan guerras y le hacen “advertencias” al presidente Duque, mientras Petro sentencia que «los problemas de los venezolanos los deben solucionar los venezolanos”; como quien dice: “Allá ustedes”, pero se suma a Delcy Rodriguez para afirmar que la ayuda esta envenenada. Reprochable el partido FARC, que proclamó la legitimidad de Maduro, el apoyo a la revolución bolivariana y la condena a la “actitud vergonzante” del gobierno colombiano.
Una cita bíblica premonitoria: “Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas y la gente gritó a voz en cuello, ante lo cual las murallas de Jericó se derrumbaron” (Josué 6, 20). Ojalá la música del mundo y el coro del bravo pueblo derriben las murallas de la ignominia madurista.